We are one” (‘somos uno’) ha sido el lema elegido por la televisión sueca para la edición de este año del Festival de Eurovisión, una cita obligada para todas aquellas personas que trabajamos en la producción de eventos, ya que constituye un escaparate de las nuevas tecnologías audiovisuales aplicadas, además de mostrar avances en recursos para la puesta en escena de un espectáculo pensado para su retransmisión por televisión, y que este año ha concentrado en torno a ella a más de 200 millones de personas de 39 países diferentes, lo que sin lugar a dudas, convierte a este evento en algo más que un fenómeno musical seguido por sus fans.
La mariposa que todo lo puede, con miles de formas y colores ha constituido la imagen del 58ª edición de este festival, con una clara analogía al denominado “efecto mariposa”, donde un pequeño cambio (por ejemplo el aleteo de una mariposa) puede generar en consecuencia un cambio enorme (por ejemplo un Tsunami en la otra parte del mundo), o algo tan positivo que Europa (en plena crisis), se una para celebrar su diversidad. Para la cadena televisiva sueca “es la mariposa que todo lo puede, porque todos somos uno y, juntos, podemos lograr cualquier cosa” (Eurovisionmania, 2013). Ojala fuera tan sencillo y la alegoría se convirtiera en realidad haciendo posible el cambio en una Europa que agoniza por la crisis y la dudosa gestión de sus dirigentes institucionales. Pero sigamos con lo nuestro: ‘we are one’
Mariposa imagen del festival. Fuente: (Eurovisión Song Contest Malmo 2013)
Las mariposas tienen un nombre común, pero existen miles de formas y colores, como sucede con las distintas banderas de los 39 países participantes que decoraban la alas de la lepidóptera que volaba con efecto 3D por el escenario para dar paso a cada una de las actuaciones musicales. Mensaje de fondo: si se quiere se puede, todos los países con sus distintos símbolos, culturas y sistemas políticos, cabalgan en las alas de la misma mariposa que vuela haciendo posible por unas horas, el sueño de la unión de la diversidad de una Europa que hoy cada vez tiene menos de ‘Unión’.
85 millones de euros menos que en Azerbaijan.
La crisis económica también ha golpeado Eurovisión, pero menos de lo esperado, tanto en relación a la participación (sólo tres países: Bosnia, Portugal y Eslovaquia, no asistieron por ‘motivos económicos’), como en la impresionante puesta en escena que nada ha tenido que envidiar a ediciones anteriores, aunque en formato más low cost. Probablemente el hecho de celebrarse en Suecia, un país nórdico que está en mucha mejor forma económica y fiscal y que se ha recuperado de la recesión global más rápido que muchos otros países, tenga algo que ver. El presupuesto estimado o mejor dicho publicado de la organización de este acontecimiento ha sido de 14,5 millones de euros, 85 millones menos de lo que costó la producción del certamen del año pasado en Bakú (Azerbaiyán).
Algo no cuadra, porque el productor ejecutivo del festival de 2012, Martin Österdahl, en una entrevista con el diario Svenska Dagbladet que recoge el portal eurovision-spain.com, comentó en su día de la conveniencia de que el festival abandone la carrera por la tecnología, que encarece los costes, y que vuelva a la esencia de la interpretación artística. Indico también que era necesario salvar las diferencias entre países creando una sensación de comunidad.»Esa idea es justo la que queremos recuperar, más ahora con los problemas económicos que atraviesa Europa», dijo Österdahl. Sin embargo el festival presentó un despliegue tecnológico de gran envergadura, aunque bien es cierto que con una optimización de recursos espectacular, basados en los efectos de luminotécnicos y de celebración (pirotecnia, humo y confeti).
Imágenes del escenario de Eurovisión 2013. Fuente: Ogaespain.com, 2013.
Helsinki (2007) costó 17,5 millones de euros, Moscú (2009), 33 millones y Bakú (2012) en torno a los 100 millones, cifra que hace casi imposible que muchos países puedan hacer frente a los costes de tan magna organización. Suecia ha conseguido poner las cosas en su sitio, buenos recursos, coste razonable en relación al retorno de la inversión y 200 millones de espectadores frente al televisor. El hecho de elegir Malmö como sede en lugar de Estocolmo, donde existen infraestructuras de gran envergadura, responde a la idea de los productores de devolver al festival su esencia y sencillez, dejar de impresionar al mundo con auditorios a rebosar y centrarse en el protagonismo de los artistas y los eurofans, base del espectáculo, contratar sólo a una presentadora y optimizar recursos. El resultado, incuestionable. El próximo año, el poder escandinavo asegurado, Dinamarca toma el relevo garantizando la sobrevivencia de un festival que al ritmo que va dejará fuera de las quinielas a todos los países del sur del viejo continente.
Creatividad escenográfica al servicio del mensaje
El escenario desplegado en el Malmö Arena, sede del Festival de Eurovisión de este año, y cuyo montaje y producción se realizó en un tiempo récord de tres semanas, estaba dividido en tres zonas: el escenario principal, la pasarela para los cantantes y presentadores y un set adicional en forma circular. Según sus dos diseñadores Viktor Brattström y Frida Arvidsson, la escenografía se ha basado en el movimiento y la energía, y así se vio en televisión, un escenario donde era imposible diferenciar los corpóreos reales y los elementos audiovisuales que convivían con los artistas, transmitiendo sensaciones llenas de energía y velocidad, en parte gracias a un diseño pensado en la proximidad del público con los intérpretes.


Los diseñadores se inspiraron en muchas ideas para llevar a cabo este proyecto, tales como “estudios sobre las alas de mariposa, imágenes de este insecto fotografiado o diseños de la arquitectura moderna” y como indicaron, con dicho diseño pretendían integrar más a los artistas con el público del festival y explotar al máximo los 39 países participantes.
Montaje del escenario. Fuente: ogaespain.com
Creatividad escenográfica para apoyar el mensaje que se quiere transmitir, porque además del espectáculo en sí y de los rentables derechos televisivos y de ingresos por publicidad de este acontecimiento, un evento se piensa para decir algo, comunicar en vivo y en directo, viviendo la experiencia o a través de los distintos medios de comunicación. ‘We are one’, inspiró este proyecto escénico que a nuestro juicio cumplió su objetivo y facilitó la proximidad deseada entre un público entregado, el espacio y los protagonistas, los artistas y sus países.
Una compleja producción audiovisual.
Para Ola Melzig, director técnico de Eurovisión 2013 y responsable de iluminación, sonido, escenografía, montaje, automatización, LED, proyección y elementos pirotécnicos, el Malmö Arena, con sus gradas empinadas, la capacidad de carga en el techo (algo de suma importancia a la hora de abordar la producción audiovisual), y su dimensión, lo convertían en el escenario perfecto para hacer televisión, sin perder la sensación en vivo, la magia del espectáculo en directo, parte central de este tipo de proyectos.
Aunque en las últimas ediciones ha primado la decoración en base a LED, en esta ocasión la organización optó por proyección frontal con casi medio centenar de proyectores de alta gama, destacando un mapping 3D sobre una superficie de 350 m². Para llenar de luz el escenario se instalaron 1.283 luminarias fijas y 800 robóticas, que no está mal.
Es curioso, es la primera vez que desde que se estandarizó el uso de murales LEDprotagonistas de la iluminación y decoración de casi todos los programas de este tipo en cualquier televisión del mundo, que se prescinde de esta tecnología de iluminación y se sustituye por proyectores de altísima gama, de nivel incluso por encima de los utilizados en las ceremonias de inauguración y clausura de los últimos Juegos Olímpicos, los HDQ 2K40, patentados por la empresa Barco (un clásico en este festival). Para que nos hagamos una idea, son del tamaño de un autobús, el peso de un tanque, y la etiqueta de precio de un Ferrari, y se utilizaron nada más y nada menos que 28, y que ha constituido el mayor espectáculo con HDQs hasta la fecha.
El uso del LED quedó reservado a las miles de pulseras que portaban quienes asistieron a la final del festival, garantizando así la inteactuación del público, porque en este festival el protagonimo de los artistas y de los ‘eurofans’ ha sido claro. Las pulseras, suministradas por una empresa española, recibían de forma inalámbrica una señal de control que permitía encenderlas y apagarlas por sectores así como cambiarlas de color conforme el país que actuaba, logrando un efecto muy llamativo.
También el led era la base de los ‘diamantes’ de luz LED suspendidos a lo largo de todo el recinto y que aparecían en mucha de las interpretaciones dando un alo mágico a la escena, tal y como se pudo ver en la actuación del grupo el Sueño de Morfeo, representando a España.
En el escenario se dispusieron 56 máquinas para efectos de fuego, 6 potentes generadores de humo y 4 ventiladores (todo un clásico en este festival). A lo largo del espectáculo se emplearon 3.000 efectos pirotécnicos, cien kilos de nieve artificial y cien de confetti.
Imagen cañones y proyectores. Fuente: panoramaudiovisual.com
La proyección digital fue protagonista de la gala llenando de luz desde elmapping sobre el vestido de la representante moldava hasta todo el fondo del escenario “pintados” con imágenes procedentes de más de 60 proyectores Barco y tres sistemas de control Encore. Sin duda un gran espectáculo que refuta la idea que llevamos defendiendo desde hace tiempo: el audiovisual es parte del mensaje, es el perfecto aliado para construir la historia que queremos mostrar.
Ayer, el Festival de Eurovisión ofreció un espectáculo de luz y sonido que está muy por encima del primer puesto de Dinamarca y el penúltimo de España, algo que merecería otro artículo, pero por ahora, nos quedamos con la magia del espectáculo audiovisual. Enhorabuena a los organizadores.