Vienen tiempos de cambios en la organización de eventos, tiempos marcados por una crisis económica mundial que desde el 2008 hirió a la industria de eventos como consecuencia de la bajada de presupuestos, tiempos de recuperación y sobre todo tiempos donde el diseño de los eventos ha cambiado en profundidad y en parte obligado por la necesidad de comprometer más al público que asiste al mismo y crear una relación más fuerte con la marca. Tiempos de comunicar experiencias y generar emociones. Tiempos de pensar y actuar. En este artículo realizo una reflexión sobre los factores que creo que influyen en estos cambios que ya están aquí y en lo que se avecinan.
La industria de eventos en España ha evolucionado mucho en los últimos años en España. La crisis económica que despuntó en nuestro país de forma bien visible en el año 2008 obligó a la industria de eventos a ‘reinventarse’ para sobrevivir. Durante estos años un gran número de agencias han cerrado y otras se han redimensionado y también hemos visto descender los presupuestos destinados a los eventos, al igual que el de las área de comunicación, marketing y publicidad, pero pese a ello la crisis también ha generado aspectos positivos, pues se han experimentado mejoras en el diseño y contenido de los eventos para conseguir resultados más óptimos. Desde el año 2014-15 se está produciendo una recuperación de los presupuestos que clientes corporativos destinan a los eventos, pero también un mayor nivel de exigencia y de medición de resultados, hasta tal punto que un evento hoy se diseña en función de los resultados que queremos medir.
Debemos recordar que el evento de empresa es un acto en directo, efímero (es irrepetible), relaciona en el mismo espacio al emisor y al receptor, va dirigido a un grupo específico de personas, está diseñado a medida y pretende generar una respuesta en el público presente, y esto es precisamente lo que buscan las empresas, obtener una respuesta que aumente sus beneficios. Respuestas de la mano de una mayor motivación de los empleados que les haga vender más, o de la fidelización de clientes que garanticen la continuidad de contratos, o aumentar la reputación de la marca entre otras cosas, pero siempre con una visión economicista de los resultados finales, aunque en muchos eventos no puedan medirse parámetros tangibles o cuantificables, pero si la evolución productiva de los recursos humanos o agentes externos que han participado.
Las redes sociales imponen la idea de participación
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